¿Tienes realmente hambre o te estás comiendo tus sentimientos?

¿Tienes realmente hambre o te estás comiendo tus sentimientos?

Puede que esto sea lo más obvio que hayas leído, pero comer es esencial para la vida y la buena salud. Además, comer también puede ser una experiencia muy gratificante y agradable, y debería serlo.

La cuestión es que, a veces, las personas pueden desarrollar relaciones con la comida que no son tan saludables, como comer por estrés.

Sentimos hambre cuando hay una carencia nutricional en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo necesita una serie de nutrientes y no le estamos proporcionando las cantidades suficientes, por lo que el hambre es su forma de pedirnos que consumamos más para satisfacer sus necesidades.

Otras veces, aunque nuestro cuerpo tenga todos los alimentos que necesita, podemos experimentar una falsa sensación de hambre que nos lleva a tener un "antojo" o deseo de un elemento específico (y normalmente se trata de alimentos poco saludables como las patatas fritas o el azúcar refinado).



Esto es lo que se llama "hambre emocional". Esta sensación es el resultado de las emociones más que de la deficiencia de nutrientes, y puede ser provocada por una variedad de cosas, como el aburrimiento, el estrés y los problemas interpersonales. De hecho, según la Asociación Americana de Psicología, el 27 por ciento de los adultos afirma utilizar la comida como mecanismo de afrontamiento del estrés, y el 34 por ciento de los que comen en exceso o consumen alimentos poco saludables como consecuencia del estrés afirma que esta práctica es un hábito.

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¿Por qué es un problema?

Comer emocionalmente es un problema para algunas personas porque tendemos a comer en exceso y a elegir alimentos ricos en calorías y bajos en nutrientes que realmente no hacen ningún bien a nuestro cuerpo. Por eso es tan importante mantenerlo bajo control. Una alimentación emocional descontrolada puede dar lugar a diversos problemas de salud, como trastornos alimentarios, obesidad u otras enfermedades relacionadas con el consumo habitual de alimentos malos, como los triglicéridos altos, las caries, etc.

Esto no quiere decir que nunca debamos darnos un capricho y un antojo, pero debemos estar en sintonía con nuestro cuerpo y ser conscientes de todo lo que le estamos dando de comer y por qué.

¿Hambre real o emocional?

Lo primero que debemos hacer es aprender a diferenciar cuando el hambre es real y cuando el hambre es emocional, por lo que aquí hay algunas señales que pueden ayudarnos a identificarla:

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Los 8 mejores consejos para gestionar la alimentación emocional

Es fundamental reconocer el tipo de hambre que estás experimentando, especialmente si crees que estás pasando por un momento estresante o deprimente que puede hacer que experimentes antojos. Si has determinado que tu hambre es emocional, hay algunas cosas que puedes hacer para manejarla mejor.

1. Busca una recompensa que no esté relacionada con la comida; es decir, pon toda tu energía en otra cosa, como leer, escribir, ver una película, dar un paseo o nadar y eso te dará una sensación de felicidad.

2. Manténte hidratado: Dado que tanto el hambre como la sed pueden tener una sensación similar, es fundamental mantener una hidratación adecuada para evitar que el hambre sea provocada por la sed.

3. Es crucial realizar actividades relajantes como el yoga, los ejercicios de respiración, la meditación, etc. A la hora de comer, es crucial tomarse su tiempo, prestar atención a lo que estás haciendo y evitar las prisas.

4. Consume menos azúcar porque puede convertirse en una adicción.

5. Fracciona tu comida y come cada 3 o 4 horas esto te ayudará a sentirte saciado por más tiempo y te ayudará a entender que realmente no tienes hambre ya que has comido recientemente.

6. Duerme bien: No dormir las horas recomendadas puede provocar un desequilibrio hormonal que afecta a las hormonas grelina y leptina, responsables de la sensación de hambre y saciedad.

7. Evita las dietas restrictivas, ya que pueden aumentar tu deseo de comer alimentos "prohibidos". Es fundamental evitar privarnos de los alimentos que más nos gustan porque hacerlo puede provocar ansiedad y, en un momento de debilidad, llevarnos a un atracón.

En lugar de prohibir la ingesta de ciertos alimentos, intenta controlar tus porciones y aprender cuándo y cuándo no debes comerlos.

8. Haz ejercicio con regularidad; sal a correr, monta en bicicleta, camina o sube escaleras...
Gracias a ello, te sentirás inspirado para llevar un estilo de vida saludable, y además es una forma estupenda de desconectar.

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